miércoles, 31 de octubre de 2012

Día 4. Puerto Pirámides - El Calafate

Hoy es un día de vuelo. Lo cual quiere decir que desperdiciaremos bastante tiempo. No obstante tratamos de llevarlo bien. Yo, por ejemplo, he desarrollado la capacidad de quedarme frita en cualquier medio de transporte. Es una habilidad que antes no tenía, por lo que estoy muy contenta de mi evolución. Ahora solo me queda desarrollar la habilidad de mantener la boca cerrada cuando duermo, ya que estéticamente creo que no me favorece.

Tras dos buses llegamos a la estación de Trelew, donde leo un cartel informativo sobre los letales efectos que la marea roja puede provocar si ingieres marisco contaminado. Llevamos dos días cenando marisco alegremente. Supongo que si estamos vivos es porque era buen marisco, afortunadamente creo que no volveremos a probarlo hasta España. Cuestión monetaria y escasez.

Solo tenemos una hora para comer, así que vamos al primer sitio que nos recomienda un lugareño. Tenemos que elegir mesa. La elección se basa en cual tiene menos migas. Luismi, que está inquieto porque aún no ha probado la deliciosa pasta argentina, pide unos canelones rellenos de pollo con salsa boloñesa. Mi cerebro lo traduce como: canelones rellenos de carne de perro con salsa de carne de más perro. La realidad no dista mucho de mi imaginación. Afortunadamente yo pedí dos cortes de carne que sí estaban ricos. Mientras comíamos veíamos la televisión. Estaban poniendo un noticiario sensacionalista en el cual fuimos aprendiendo términos como "boliche", que significa discoteca.

Llegamos al aeropuerto de Trelew, esta vez sí conseguimos encontrar la placa conmemorativa a Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principio. Tras preguntar a varios trabajadores nadie tenia ni idea de su existencia, así que la encontramos de casualidad.


Pagamos la tasa sorpresa del aeropuerto y procedemos al embarque. La tasa sorpresa consiste en que de repente tienes que pagar una tasa en efectivo con la que no contabas. Es como la técnica ryanair pero in situ. Después de todo estamos contentos de que esta vez el retraso reglamentario solo haya sido de media hora.

Procedo a poner en práctica mi técnica del sueño recién adquirida. Al acercarnos a Calafate ya vemos los primeros lagos desde el avión, entre un paisaje desolador. La señora de mi izquierda invade mi espacio vital para ver si puede sopar algo por la ventana.


Llegamos al hostel de Calafate, lo que será nuestro hogar durante cuatro noches. Un chico muy dicharachero nos recibe y nos explica todo lo que se puede hacer por aquí. Desde la ventana las vistas son preciosas. Las montañas nevadas me recuerdan a la tarta comtessa, mmm.


Empezamos a temer por nuestra capacidad adquisitiva. Nos vinimos con pocos euros y ya nos hemos fundido más de la mitad, aquí todo es carísimo y los pocos sitios que aceptan visa cobran un recargo. Muy bonito.

Emprendemos un recorrido por las agencias de viajes del pueblo para buscar la que permita pagar con tarjeta sin recargo. Aunque esto es relativo ya que, al pagar en efectivo tienes descuentos, así que tenemos las mismas. Por la calle vemos frente al ayuntamiento una concentración protesta por algo de seguridad. También vemos grupos de niños disfrazados asaltando chocolaterías. Es Halloween. Lloro por dos motivos: uno por no convocar la tradicional fiesta de Halloween que nuestros amigos nos reclaman. El otro motivo por el que lloro es por no medir un metro y poder asaltar una chocolatería (o varias) disfrazada de fantasma.


Vamos al supermercado del pueblo, escudriño cada estantería, es una costumbre que tengo la primera vez que entro al super de un país. Me sorprende que todos los envases son de plástico, hasta el yogur viene en bolsa. Los tomates y otras verduras tienen precios prohibitivos. Compramos el picnic para mañana y regresamos al hostel.


Nos ponemos al día mientras escuchamos el disco completo OK computer de Radiohead en versión reggae. Uff, cuesta.

Tomamos fuerzas para ir a cenar a la pizzería más recomendada, deliciosa. La acompañamos de una cerveza artesanal de la zona, muy rica. Me hace mucha gracia que en la etiqueta aparezca una dirección de correo electrónico de hotmail. Reflexiono sobre el amor que hay por aquí al email. Antes de partir ya observamos que cualquier gestión había que tramitarla vía email, desde la compra de billetes de avión hasta obtener información sobre horarios, pasando por cualquier reserva de hotel. Al principio pensé que se debía a que están en otro momento de desarrollo Web. Sin embargo creo que también puede deberse a las ganas de entablar relaciones y conversaciones que no serían posibles mediante un frío formulario de reserva automatizado.


Susana

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