Llegamos a Buenos Aires ¡por fin! Aquí todo es bastante fácil, tomamos un remis hasta el hotel, nos plantamos allí a las 7:30, teniendo en cuenta que el check-in es a las 14h. parece que llegamos un poquito más temprano de la cuenta.
En nuestra búsqueda desesperada por un enchufe libre, vemos
que los enchufes son muy raros, de tres agujeros, nuestros cargadores no caben,
ufff, ya tenemos una misión: “la búsqueda del adaptador pelotudo en domingo”. Y
no es un domingo cualquiera, se masca la tensión del River-Boca que se juega
hoy. Vemos muchos hinchas del River.
Dejamos las maletas y procedemos a nuestra primera vuelta
por la ciudad porteña. Caminamos por avenidas interminables y extrañamente vacías
hasta llegar al Obelisco.
Seguimos paseando por el barrio y vemos edificios
emblemáticos, como el Teatro Colón y el Teatro Cervantes.
Entre teatros también encontramos otros símbolos
representativos del lugar que estamos visitando, como pintadas callejeras con
reivindicaciones históricas conocidas por todos.
De repente observamos acercarse una marea de bicicletas que
parece no terminar nunca. Resulta que el movimiento llamado Masa Crítica que
conocemos de Murcia tiene escala mundial y un gran número de seguidores en esta
ciudad.
Caminamos y caminamos hasta llegar al templo del consumo
dominical: Galerías Pacífico. Un centro comercial o “mol” como dicen aquí,
tomando el anglicismo “mall”, con una bóveda pintada muy bonita. Empiezo a
observar que los precios de las cosas son iguales que en España o más caros así
que me planteo sacarme los ojos para no mirar escaparates. Luismi respira
aliviado ante este insólito hecho (no por lo de los ojos, sino por evitar
escaparates, creo).
La calle Florida está bastante animada. A base de perseverancia conseguimos encontrar adaptadores ¡misión cumplida! Ponemos rumbo a la estación de tren donde hemos quedado a las 12:00 con nuestra amiga Paula, ¡qué nervios! Seis años sin vernos ¿cómo estará?
Paula llega con Alma, su encantadora hija de casi dos
añitos. Nos abrazamos y nos ponemos rápidamente al día de nuestras vidas. Paula
tiene ahora un nuevo y bonito acento argentino.
Rápidamente “tomamos” un tren a Tigre, un barrio/pueblecito
periférico donde los bonaerenses van a pasar el fin de semana y desconectar del
mundanal ruido. Como todo continente o ciudad importante que se precie, hay una
Venecia particular y en este caso es Tigre. Al estar situada junto a un delta,
gran parte de su extensión está formada por canales y embarcaderos, y muchos de
sus habitantes se desplazan en barca.
Hacemos un picnic, que es la hora de comer de Alma y luego
llega la hora de los mayores. Probamos la deliciosa pizza argentina: buena masa
y buen relleno, con una comemos los 3.
Nos damos un paseo por los puestecitos de artesanía de Puerto de Frutos, ¡hay miles! Para
volverse loca. Menos mal que al final me he tapiado los ojos. Para calmar
nuestras ansias de comprar, probamos un sustitutivo helado. El sabor elegido:
super dulce de leche y chocolate amargo con el cucurucho de color lila.
Delicioso, exquisito, soberbio pero… ¿os lo imagináis ya? El festival de
glucosa hace que automáticamente experimentamos la necesidad de beber un bidón
de agua, a la vez que nos hacemos fans
del dulce de leche ¡sublime!
Damy, el marido de Paula y seguidor del River, viene algo
decepcionado de ver el clásico, por el empate en el último minuto del Boca. Nos
tomamos una rica ensalada de frutas y ponemos rumbo a casa de nuestros amigos,
una zona residencial de casitas muy coquetas. Pero la de Paula y Damy es la más
acogedora, nos invitan a lo mejor, una degustación de lo más representativo de
Argentina. Mientras se hacen las brasas (en modo experto), nos explican el
ritual del mate. La primera vez que lo probamos: el sabor es amargo, sabe a
hierbas, recuerda un poco al té. Tengo claro que me puedo viciar a esto, el
gusto amargo que deja en la boca engancha pero la compañía y la tertulia que se
crea alrededor es todavía más interesante. Nos descubren la bebida de moda, es
el Fernet con cola, riquísima. A ver si la ponemos de moda en Murcia. Y luego,
un auténtico asado argentino casero ¿se puede pedir más? No tengo palabras para
describir la hospitalidad y la generosidad de Paula y Damy. Pasamos un buen
rato recordando anécdotas, analizando la situación del país, costumbres… me
encanta. Aquí la primera foto de la familia en su casa (están recién mudados).
Nos vamos con la imagen de Alma tocando las castañuelas que le
trajimos de España. Damy nos lleva a la terminal de trenes donde cogemos el
último tren por los pelos y ¡gratis! Por lo visto a última hora no se paga,
jejeje.
Llegamos al hotel tras estar dos días sin pillar una cama,
lástima que apenas podamos disfrutar la habitación, es preciosa, ultramoderna,
pero estamos tan cansados que prácticamente nos dormimos al entrar por la
puerta.
Un dia hermoso, gracias por compartirlo con nosotros, cuando volvais a Baires avisad. Besos.
ResponderEliminar