Tras una semana de estrés, por fin llega el viernes, día
previo a nuestro vuelo. Preparamos maletas, imprimimos las reservas, recogemos
el traje de buzo, ultimamos las compras, despedimos a la familia… son las 3:00 de
la madrugada y aún no me he acostado. Luismi se ha quedado frito sentado en el
sofá hace 3 horas, tras decirme que iba a hacerse la maleta (sólo veo un puñao
de calcetines en ella).
Decido que ya llegó la hora de acostarme, aunque no me he
preparado la bolsa de aseo. Pongo la alarma a las 6:00, tiempo de sobra para
ducharme, desayunar tranquilamente, ultimar los detalles… Abro un ojo y veo el
cielo bastante claro… ¡qué extraño para ser las 4:00! Luismi no está en la cama
¿qué pasa?
Vuelvo a mirar el reloj compruebo que en realidad son las 8:15, los
padres de Luismi nos recogían a las 9:00. No hay tiempo para ducha ni desayuno,
sólo para vestirme, cerrar la maleta y todavía me sobra tiempo para esperar a
Luismi, que no renuncia a su leche y tazón de cereales. Son las 9:15 y aún no
hemos salido, el tren sale en 20 minutos, pero llegamos a tiempo, ¡ufff!
Aún no sé cómo me desperté sin alarma, no sé cómo puse que
la alarma sonara en silencio, es más, no sé por qué existe la opción de quitar
totalmente el volumen a una alarma. Tampoco sé cómo Luismi se despertó por sí
mismo sin alarma, ni por qué no se le ocurrió despertarme, ¡la que podríamos
haber liado! Pero siempre hay algo en el cuerpo que te dice cuándo te tienes
que despertar, lástima que ese momento sea siempre el límite para llegar con el
agua al cuello.
Sólo nos quedan 5 horas de tren y 7 horas de espera en
estaciones y aeropuerto. En Madrid nos despedimos de España con sendos bocatas
de calamares y jamón del bueno. Como esperábamos, el vuelo sale con una hora de
retraso. Empezamos a constatar la
parsimonia, cuajo, pachorra con la que se vive la cola en el mostrador de
facturación de Aerolíneas Argentinas. Todo parece funcionar a cámara lenta. Aún
no hemos subido al avión y ya estamos cansados, que nos caemos.
El vuelo empieza con turbulencias, mi pantalla para ver
pelis no funciona, me quejo varias veces sin ningún tipo de respuesta,
reacción, ni nada que se parezca, directamente me ignoran y pasan de mi cara.
Nos sirven la cena dándonos a elegir “pollo o carne”, curiosa pregunta, ¿no es
el pollo un tipo de carne? Es el momento para drogarse, nos tomamos unas
pastillas que hacen que Morfeo venga a visitarnos. Nos quedamos fritos antes de
que retiren la bandeja (también es verdad que tardan más de 2 horas en
retirarla). El vuelo se ha pasado volando, afortunadamente, ya están sirviendo
el desayuno.
Susana
Ya nos iremos enterando de vuestro viaje, el capitulo siguiente casi casi que lo puedo escribir yo ;) Por cierto, FELIZ HALLOWEEN!!
ResponderEliminarJajaja! Espero q mi pantalla funcione q 23 horas sin pelis son demasiadas .... Al tema pastillazo sobra decir q me uno! Me alegro de q hayas llegado bien. Seguid poniéndonos al día. Besos!!!!
ResponderEliminarEa! Ya me he suscrito.
ResponderEliminarPor cierto, era "hayáis"... Q no me olvido de ti, Luismi!!! Más besos (y practicas el tango, menor oportunidad no vais a tener *.*
Vamos Ale! estás hecha una máquina. Pronto las tres en el hemisferio sur. Cuenta tú también cosicas. Un besazo!
ResponderEliminarPaula, os dedico esta entrada a ti y a tu familia. Paula, Damy y Alma son geniales.
Gracias, vosotros tambien, me parto de verla a Alma con las castañuelas, se le escapan de los deditos. Cuando esteis de nuevo en Baires, mandame un WhatsApp para ver si coincidimos un ratico, vale? Mientras tanto os sigo por el blog.Besos para los 2.
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