Hoy es un día de vuelo. Lo cual quiere decir que desperdiciaremos bastante tiempo. No obstante tratamos de llevarlo bien. Yo, por ejemplo, he desarrollado la capacidad de quedarme frita en cualquier medio de transporte. Es una habilidad que antes no tenía, por lo que estoy muy contenta de mi evolución. Ahora solo me queda desarrollar la habilidad de mantener la boca cerrada cuando duermo, ya que estéticamente creo que no me favorece.
Tras dos buses llegamos a la estación de Trelew, donde leo un cartel informativo sobre los letales efectos que la marea roja puede provocar si ingieres marisco contaminado. Llevamos dos días cenando marisco alegremente. Supongo que si estamos vivos es porque era buen marisco, afortunadamente creo que no volveremos a probarlo hasta España. Cuestión monetaria y escasez.
Solo tenemos una hora para comer, así que vamos al primer sitio que nos recomienda un lugareño. Tenemos que elegir mesa. La elección se basa en cual tiene menos migas. Luismi, que está inquieto porque aún no ha probado la deliciosa pasta argentina, pide unos canelones rellenos de pollo con salsa boloñesa. Mi cerebro lo traduce como: canelones rellenos de carne de perro con salsa de carne de más perro. La realidad no dista mucho de mi imaginación. Afortunadamente yo pedí dos cortes de carne que sí estaban ricos. Mientras comíamos veíamos la televisión. Estaban poniendo un noticiario sensacionalista en el cual fuimos aprendiendo términos como "boliche", que significa discoteca.
Llegamos al aeropuerto de Trelew, esta vez sí conseguimos encontrar la placa conmemorativa a Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principio. Tras preguntar a varios trabajadores nadie tenia ni idea de su existencia, así que la encontramos de casualidad.
Pagamos la tasa sorpresa del aeropuerto y procedemos al embarque. La tasa sorpresa consiste en que de repente tienes que pagar una tasa en efectivo con la que no contabas. Es como la técnica ryanair pero in situ. Después de todo estamos contentos de que esta vez el retraso reglamentario solo haya sido de media hora.
Procedo a poner en práctica mi técnica del sueño recién adquirida. Al acercarnos a Calafate ya vemos los primeros lagos desde el avión, entre un paisaje desolador. La señora de mi izquierda invade mi espacio vital para ver si puede sopar algo por la ventana.
Llegamos al hostel de Calafate, lo que será nuestro hogar durante cuatro noches. Un chico muy dicharachero nos recibe y nos explica todo lo que se puede hacer por aquí. Desde la ventana las vistas son preciosas. Las montañas nevadas me recuerdan a la tarta comtessa, mmm.
Empezamos a temer por nuestra capacidad adquisitiva. Nos vinimos con pocos euros y ya nos hemos fundido más de la mitad, aquí todo es carísimo y los pocos sitios que aceptan visa cobran un recargo. Muy bonito.
Emprendemos un recorrido por las agencias de viajes del pueblo para buscar la que permita pagar con tarjeta sin recargo. Aunque esto es relativo ya que, al pagar en efectivo tienes descuentos, así que tenemos las mismas. Por la calle vemos frente al ayuntamiento una concentración protesta por algo de seguridad. También vemos grupos de niños disfrazados asaltando chocolaterías. Es Halloween. Lloro por dos motivos: uno por no convocar la tradicional fiesta de Halloween que nuestros amigos nos reclaman. El otro motivo por el que lloro es por no medir un metro y poder asaltar una chocolatería (o varias) disfrazada de fantasma.
Vamos al supermercado del pueblo, escudriño cada estantería, es una costumbre que tengo la primera vez que entro al super de un país. Me sorprende que todos los envases son de plástico, hasta el yogur viene en bolsa. Los tomates y otras verduras tienen precios prohibitivos. Compramos el picnic para mañana y regresamos al hostel.
Nos ponemos al día mientras escuchamos el disco completo OK computer de Radiohead en versión reggae. Uff, cuesta.
Tomamos fuerzas para ir a cenar a la pizzería más recomendada, deliciosa. La acompañamos de una cerveza artesanal de la zona, muy rica. Me hace mucha gracia que en la etiqueta aparezca una dirección de correo electrónico de hotmail. Reflexiono sobre el amor que hay por aquí al email. Antes de partir ya observamos que cualquier gestión había que tramitarla vía email, desde la compra de billetes de avión hasta obtener información sobre horarios, pasando por cualquier reserva de hotel. Al principio pensé que se debía a que están en otro momento de desarrollo Web. Sin embargo creo que también puede deberse a las ganas de entablar relaciones y conversaciones que no serían posibles mediante un frío formulario de reserva automatizado.
Susana
miércoles, 31 de octubre de 2012
martes, 30 de octubre de 2012
Día 3. Península Valdés y Puerto Pirámides
La excursión programada para hoy ha sido el gran aliciente
del día después de nuestra insípida llegada a Madryn ayer.. El tour incluía
salida desde Madryn en bus y recorrido por los puntos más interesantes de
Península Valdés, con posibilidad de navegar desde Puerto Pirámides para
observar las ballenas. Península Valdés forma parte del Patrimonio Mundial de
la Unesco por su importancia para la conservación de diversas especies, entre
ellas la ballena franca austral.
El guía de la excursión se ha ganado rápidamente nuestra
atención explicándonos lecciones muy interesantes sobre la fauna de este lugar
privilegiado. Al mismo tiempo, nos ha pasado muestras reales de partes de
algunos de los bichos más populares, como colmillos de elefante marino, aletas
de pingüino o barbas de ballena.
Como curiosidad, nuestra primera parada ha sido para
fotografiar la Isla de los Pájaros, que, según dicen, fue la inspiración para
el dibujo de la serpiente de Saint-Exupéry, quien pasó unos años volando con su
avioneta sobre esta zona. La verdad es que el parecido es más que razonable…
Al llegar a Puerto Pirámides, nos han anunciado que hacía un
tiempo ideal para salir a navegar y las dos horas que hemos pasado en barco
avistando ballenas han sido realmente impactantes. ¡Qué bichos! Cuando un amigo
te quiere presentar a alguien y preguntas qué tal es esa persona y tu amigo
destaca en primer lugar la simpatía, queriendo decir que su belleza no es lo
primero que te va a llegar, bien podría estar refiriéndose a este cetáceo, que
nunca va a ganar un concurso de Míster o Miss Mamífero pero que no se corta un
pelo cuando se trata de acercarse a los curiosos y saludarlos posando para las
fotos.
Otras especies que hemos contemplado son elefantes marinos,
lobos o leones marinos y pingüinos Magallanes, que viven en climas menos fríos
que los otros pingüinos. De los otros bichos que hemos tenido oportunidad de
fotografiar, la sorpresa la ha dado… ¡un armadillo! ¡Esa sí que es una criatura
“simpática”!
A media tarde hemos terminado nuestro tour y nos hemos
acomodado en Puerto Pirámides, donde hemos pasado la noche. El pueblo es muy
pintoresco y tiene numerosos locales bautizados y decorados de una forma
bastante original. La gente allí parece especialmente amable, se respira muy
buen ambiente. En uno de ellos nos hemos atizado un sándwich espectacular que
vamos a intentar plagiar cuando volvamos a España.
Ya en nuestro hostel, hemos cenado allí mismo unas
riquísimas vieiras y hemos tenido la suerte de conocer a Claudio, un grandísimo
tipo con el que habíamos quedado previamente para entregarle algo de parte de
otro amigo de España. Generosísimo, Claudio nos ha invitado a cenar y hemos
charlado un rato muy corto pero muy agradable, quedando pendientes muchas
conversaciones para otra ocasión, sea el lugar que sea.
Luismi
lunes, 29 de octubre de 2012
Día 2. Buenos Aires - Puerto Madryn
Nuestro primer acercamiento a Buenos Aires ha sido bastante
breve pero hemos salido beneficiados porque ha empezado un temporal de lluvia a
nuestra marcha de la ciudad. De hecho, por poco no tenemos que salir nadando de
allí, por lo que hemos oído después en las noticias. Lo que sí sufrimos, debido
a las lluvias, fue un breve corte de luz y agua justo cuando nos despertamos
para dejar el hotel. De haberse prolongado nos habría impedido nuestra urgente
desinfección que ya empezaba a ser hasta visible.
En esta ocasión hemos volado desde Aeroparque, en un vuelo
doméstico, y el retraso ya no nos ha sorprendido, los asumimos con naturalidad
y nos sentamos a leer o escribir. Con los periódicos locales nos hemos hecho
una rápida idea de los temas de actualidad en este país que, lamentablemente,
giran en torno a la maldita economía, como en casi todos los rincones del
globo.
Casi como si estuviéramos drogados, el vuelo transcurre
entre risas por dos motivos. Por un lado, justo detrás nos toca una pareja de
estirados turistas de la Europa “rica” que nos da toques de atención a cada
rato. Que reclinamos nuestro asiento 3 grados, toque de atención; que bajamos
la cortina de la ventanilla, toque te atención. Probablemente Salva se esté
acordando ahora mismo del “golpe de remo”. Cada vez que notábamos sus manos en
nuestros hombros, nos entraban la risa y unas inexplicables ganas patriotas de
seguir metiéndoles el dedico en el orto.
El otro motivo es mucho más surrealista. (Paréntesis absurdo) Resulta que un
pequeño arácnido nos ha acompañado todo el vuelo colgado de la ventanilla de
nuestra fila. La hemos llamado “Arañeja del Calafate” porque al parecer es
originaria de este lugar y volvía de regreso para celebrar halloween con los
suyos. No le han dado bocadillo y nos hemos quejado por ello. (Fin del paréntesis absurdo)
Ya en Puerto Madryn, nos hemos instalado en un hostel regentado por un francés y hemos
salido a explorar los alrededores. Nuestro destino inicial ha sido el paseo
marítimo, lugar de recreo de los lugareños, que pasean con sus termos colgados
del hombro y se reúnen por allí a tomar mate.
No sólo es la parte más bonita de Madryn sino que además
tratábamos de localizar a Marcelo, un conocido de nuestra amiga Irene. Trabaja en
una escuela de buceo y, con sus compañeros de trabajo, nos han recibido muy
bien, con sentada y charla en torno al mate incluidas. Nos ha ofrecido una
selecta excursión para nadar con lobos marinos pero nos ha sido imposible
aceptarla por falta de tiempo. También nos ha dado mucha información y
sugerencias que le agradecemos enormemente.
El olor a mar ha sido probablemente la mejor sensación con
que nos ha recibido Madryn. Esa mezcla de aromas de agua salada, arena mojada y
algas que inconscientemente nos ha transportado durante el paseo a nuestras
playas en Murcia.
Descartadas las generosas ofertas de Marcelo, nos hemos
dispuesto a contratar una excursión organizada para mañana por Península Valdés
y a buscar un lugar para cenar. Con antojo de marisco nos hemos dirigido a unos
de los restaurantes más populares del lugar, que no necesariamente de los más caros
en este caso, y allí hemos tomado una rápida cena luchando contra el sueño. Yo
por mi parte, mientras nos preparaban los platos, he decidido unilateralmente
siestear con disimulo y sólo los flashes de la cámara en manos de Susana me han
espabilado un poco, como se puede comprobar en mi cara en esta foto…
El camarero nos ha taladrado las orejas con su palique, que
resultaba más o menos gracioso, pero nosotros estábamos con más ganas de
terminar de cenar e ir a dormir que de seguirle el rollo, así que hemos acabado
con las raciones con urgencia y nos hemos despedido sin querer mirar atrás.
De camino a casa, teníamos la mente más en la excursión del
día siguiente por Península que en los recuerdos que nos ha sumado Madryn, que
no han sido demasiados. Pero nos hemos llevado una última y grata sorpresa al
asomarnos casi por casualidad de nuevo al paseo marítimo y observar que había
una enorme luna llena emergiendo del horizonte mientras dejaba su reflejo en el
mar oscuro como la noche.
domingo, 28 de octubre de 2012
Día 1. Buenos Aires. Tigre
Llegamos a Buenos Aires ¡por fin! Aquí todo es bastante fácil, tomamos un remis hasta el hotel, nos plantamos allí a las 7:30, teniendo en cuenta que el check-in es a las 14h. parece que llegamos un poquito más temprano de la cuenta.
En nuestra búsqueda desesperada por un enchufe libre, vemos
que los enchufes son muy raros, de tres agujeros, nuestros cargadores no caben,
ufff, ya tenemos una misión: “la búsqueda del adaptador pelotudo en domingo”. Y
no es un domingo cualquiera, se masca la tensión del River-Boca que se juega
hoy. Vemos muchos hinchas del River.
Dejamos las maletas y procedemos a nuestra primera vuelta
por la ciudad porteña. Caminamos por avenidas interminables y extrañamente vacías
hasta llegar al Obelisco.
Seguimos paseando por el barrio y vemos edificios
emblemáticos, como el Teatro Colón y el Teatro Cervantes.
Entre teatros también encontramos otros símbolos
representativos del lugar que estamos visitando, como pintadas callejeras con
reivindicaciones históricas conocidas por todos.
De repente observamos acercarse una marea de bicicletas que
parece no terminar nunca. Resulta que el movimiento llamado Masa Crítica que
conocemos de Murcia tiene escala mundial y un gran número de seguidores en esta
ciudad.
Caminamos y caminamos hasta llegar al templo del consumo
dominical: Galerías Pacífico. Un centro comercial o “mol” como dicen aquí,
tomando el anglicismo “mall”, con una bóveda pintada muy bonita. Empiezo a
observar que los precios de las cosas son iguales que en España o más caros así
que me planteo sacarme los ojos para no mirar escaparates. Luismi respira
aliviado ante este insólito hecho (no por lo de los ojos, sino por evitar
escaparates, creo).
La calle Florida está bastante animada. A base de perseverancia conseguimos encontrar adaptadores ¡misión cumplida! Ponemos rumbo a la estación de tren donde hemos quedado a las 12:00 con nuestra amiga Paula, ¡qué nervios! Seis años sin vernos ¿cómo estará?
Paula llega con Alma, su encantadora hija de casi dos
añitos. Nos abrazamos y nos ponemos rápidamente al día de nuestras vidas. Paula
tiene ahora un nuevo y bonito acento argentino.
Rápidamente “tomamos” un tren a Tigre, un barrio/pueblecito
periférico donde los bonaerenses van a pasar el fin de semana y desconectar del
mundanal ruido. Como todo continente o ciudad importante que se precie, hay una
Venecia particular y en este caso es Tigre. Al estar situada junto a un delta,
gran parte de su extensión está formada por canales y embarcaderos, y muchos de
sus habitantes se desplazan en barca.
Hacemos un picnic, que es la hora de comer de Alma y luego
llega la hora de los mayores. Probamos la deliciosa pizza argentina: buena masa
y buen relleno, con una comemos los 3.
Nos damos un paseo por los puestecitos de artesanía de Puerto de Frutos, ¡hay miles! Para
volverse loca. Menos mal que al final me he tapiado los ojos. Para calmar
nuestras ansias de comprar, probamos un sustitutivo helado. El sabor elegido:
super dulce de leche y chocolate amargo con el cucurucho de color lila.
Delicioso, exquisito, soberbio pero… ¿os lo imagináis ya? El festival de
glucosa hace que automáticamente experimentamos la necesidad de beber un bidón
de agua, a la vez que nos hacemos fans
del dulce de leche ¡sublime!
Damy, el marido de Paula y seguidor del River, viene algo
decepcionado de ver el clásico, por el empate en el último minuto del Boca. Nos
tomamos una rica ensalada de frutas y ponemos rumbo a casa de nuestros amigos,
una zona residencial de casitas muy coquetas. Pero la de Paula y Damy es la más
acogedora, nos invitan a lo mejor, una degustación de lo más representativo de
Argentina. Mientras se hacen las brasas (en modo experto), nos explican el
ritual del mate. La primera vez que lo probamos: el sabor es amargo, sabe a
hierbas, recuerda un poco al té. Tengo claro que me puedo viciar a esto, el
gusto amargo que deja en la boca engancha pero la compañía y la tertulia que se
crea alrededor es todavía más interesante. Nos descubren la bebida de moda, es
el Fernet con cola, riquísima. A ver si la ponemos de moda en Murcia. Y luego,
un auténtico asado argentino casero ¿se puede pedir más? No tengo palabras para
describir la hospitalidad y la generosidad de Paula y Damy. Pasamos un buen
rato recordando anécdotas, analizando la situación del país, costumbres… me
encanta. Aquí la primera foto de la familia en su casa (están recién mudados).
Nos vamos con la imagen de Alma tocando las castañuelas que le
trajimos de España. Damy nos lleva a la terminal de trenes donde cogemos el
último tren por los pelos y ¡gratis! Por lo visto a última hora no se paga,
jejeje.
Llegamos al hotel tras estar dos días sin pillar una cama,
lástima que apenas podamos disfrutar la habitación, es preciosa, ultramoderna,
pero estamos tan cansados que prácticamente nos dormimos al entrar por la
puerta.
sábado, 27 de octubre de 2012
Día 0. Murcia - Madrid - Buenos Aires
Tras una semana de estrés, por fin llega el viernes, día
previo a nuestro vuelo. Preparamos maletas, imprimimos las reservas, recogemos
el traje de buzo, ultimamos las compras, despedimos a la familia… son las 3:00 de
la madrugada y aún no me he acostado. Luismi se ha quedado frito sentado en el
sofá hace 3 horas, tras decirme que iba a hacerse la maleta (sólo veo un puñao
de calcetines en ella).
Decido que ya llegó la hora de acostarme, aunque no me he
preparado la bolsa de aseo. Pongo la alarma a las 6:00, tiempo de sobra para
ducharme, desayunar tranquilamente, ultimar los detalles… Abro un ojo y veo el
cielo bastante claro… ¡qué extraño para ser las 4:00! Luismi no está en la cama
¿qué pasa?
Vuelvo a mirar el reloj compruebo que en realidad son las 8:15, los
padres de Luismi nos recogían a las 9:00. No hay tiempo para ducha ni desayuno,
sólo para vestirme, cerrar la maleta y todavía me sobra tiempo para esperar a
Luismi, que no renuncia a su leche y tazón de cereales. Son las 9:15 y aún no
hemos salido, el tren sale en 20 minutos, pero llegamos a tiempo, ¡ufff!
Aún no sé cómo me desperté sin alarma, no sé cómo puse que
la alarma sonara en silencio, es más, no sé por qué existe la opción de quitar
totalmente el volumen a una alarma. Tampoco sé cómo Luismi se despertó por sí
mismo sin alarma, ni por qué no se le ocurrió despertarme, ¡la que podríamos
haber liado! Pero siempre hay algo en el cuerpo que te dice cuándo te tienes
que despertar, lástima que ese momento sea siempre el límite para llegar con el
agua al cuello.
Sólo nos quedan 5 horas de tren y 7 horas de espera en
estaciones y aeropuerto. En Madrid nos despedimos de España con sendos bocatas
de calamares y jamón del bueno. Como esperábamos, el vuelo sale con una hora de
retraso. Empezamos a constatar la
parsimonia, cuajo, pachorra con la que se vive la cola en el mostrador de
facturación de Aerolíneas Argentinas. Todo parece funcionar a cámara lenta. Aún
no hemos subido al avión y ya estamos cansados, que nos caemos.
El vuelo empieza con turbulencias, mi pantalla para ver
pelis no funciona, me quejo varias veces sin ningún tipo de respuesta,
reacción, ni nada que se parezca, directamente me ignoran y pasan de mi cara.
Nos sirven la cena dándonos a elegir “pollo o carne”, curiosa pregunta, ¿no es
el pollo un tipo de carne? Es el momento para drogarse, nos tomamos unas
pastillas que hacen que Morfeo venga a visitarnos. Nos quedamos fritos antes de
que retiren la bandeja (también es verdad que tardan más de 2 horas en
retirarla). El vuelo se ha pasado volando, afortunadamente, ya están sirviendo
el desayuno.
Susana
viernes, 26 de octubre de 2012
Nuestras vidas en una maleta
Y de nuevo llegó el día de coger retales de nuestra vida y meterlos en una maleta, emprender un nuevo viaje y seguir conociendo mundo. Nuestra primera aproximación al continente suramericano, Argentina, un país tan grande como media Europa y con gran variedad de paisajes.
Mañana comenzamos un largo trayecto de al menos 24 horas que nos situará en Buenos Aires, estación central de un metro gigante, con trenes sin vías pero con alas y paradas en Península Valdés, El Calafate, Bariloche e Iguazú.
Casi tres semanas para descubrir escasamente pequeños rincones de un país que no deja indiferente. Veinte días para ver, tocar, oler, escuchar y saborear nuevas sensaciones.
Luismi.
Mañana comenzamos un largo trayecto de al menos 24 horas que nos situará en Buenos Aires, estación central de un metro gigante, con trenes sin vías pero con alas y paradas en Península Valdés, El Calafate, Bariloche e Iguazú.
Casi tres semanas para descubrir escasamente pequeños rincones de un país que no deja indiferente. Veinte días para ver, tocar, oler, escuchar y saborear nuevas sensaciones.
Luismi.
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